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El Bhagavad-gītā Tal y como esБхагавад-гита как она есть В процессе

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नादत्ते कस्य चित पापं न चैव सुकृतं विभुः
अज्ञानेनावृतं जञानं तेन मुह्यन्ति जन्तवः

nādatte kasyacit pāpaṁ
na caiva sukṛtaṁ vibhuḥ
ajñānenāvṛtaṁ jñānaṁ
tena muhyanti jantavaḥ

PALABRA POR PALABRA — Слово в слово

na
ādatte
kasyacit
pāpam
na
ca
eva
su-kṛtam
vibhuḥ
ajñānena
āvṛtam
jñānam
tena
muhyanti
jantavaḥ

TRADUCCIÓN — Перевод

El Señor Supremo tampoco asume las actividades pecaminosas o piadosas de nadie. No obstante, los seres corporificados están confundidos debido a la ignorancia que cubre su verdadero conocimiento.
Верховный Господь не отвечает за греховные и праведные поступки живых существ. Воплощенные в теле существа пребывают во власти иллюзии, потому что их истинное знание скрыто невежеством.

SIGNIFICADO — Комментарий

La palabra sánscrita vibhu, significa el Señor Supremo que está lleno de conocimiento, riqueza, fuerz, fama, belleza y renunciación ilimitados. El está siempre satisfecho en Sí, sin que las actividades piadosas o pecaminosas lo perturben. El no crea una situación particular para ninguna entidad vivien­te, pero la entidad viviente confusa por la ignorancia, désea ser de puesta en ciertas condiciones de vida, con eso comienza su cadera de ación y reacción. Por su naturaleza superior, la entidad viviente está llena de cono­cimiento. Sin embargo, está propensa a ser influida por la ignorancia debido a su limitado poder. El Señor es omnipotente, mas la entidad viviente no lo es. El Señor es vibhu, o sea omnisciente, mas la entidad viviente es aṇu, es decir atómica. Dado que ella es un alma viviente, tiene la capacidad de desear mediante su libre albedrío. Tal deseo es satisfecho solamente por el Señor omnipotente. Así, cuando la entidad viviente se confunde en sus deseos el Señor le permite satisfacerlos, pero el Señor nunca es responsable por las acciones y reacciones de la situación particular que se desee. Por eso, estando en una condición confusa, el alma corporificada se identifica con el cuerpo material circunstancial y queda sujeta a la miseria y a la felicidad temporales de la vida. El Señor es el compañero constante de la entidad viviente como el Paramātmā, o sea la Superalma; por lo tanto El puede comprender los deseos del alma individual, así como se puede oler la fragancia de una flor con sólo estar cerca de ella. El deseo es una forma sutil del condicionamiento de la entidad viviente. El Señor satisface su deseo según ésta merece: el hombre propone y Dios dispone. Por lo tanto, el alma individual no es omnipotente para satisfacer sus deseos. No obstante, el Señor puede satisfacer todos los deseos y El siendo neutral a todos, no interfiere con los deseos de las minús­culas entidades vivientes independientes. Empero, cuando uno desea a Kṛṣṇa, el Señor lo cuida especialmente y lo anima a uno a desear de tal manera que uno pueda alcanzarlo a El y ser feliz eternamente. Por consiguiente, el himno védico declara: eṣa u hy eva sādhu karma kārayati taṁ yam ebhyo lokebhya unninīṣate. eṣa u evāsādhu karma kārayati yam adho ninīṣate: «El Señor ocupa a la entidad viviente en actividades piadosas para que se eleve. El Señor la ocupa en actividades impías para que vaya al infierno.» (Kauṣītakī Upaniṣad 3.8)



ajño jantur anīśo ’yam
ātmanaḥ sukha-duḥkhayoḥ
īśvara-prerito gacchet
svargaṁ vāśv abhram eva ca




«El Señor ocupa a la entidad viviente en actividades piadosas para que ésta se eleve. El Señor la ocupa en actividades impías para que vaya el infierno. La entidad viviente es completamente dependiente en su aflicción y en su felici­dad. Por la voluntad del Supremo ella puede ir al cielo o al infierno, tal como la nube es llevada por el aire».





Así que el alma corporificada causa su propia confusión debido a su deseo inmemorial de evitar la Conciencia de Kṛṣṇa. En consecuencia, aunque ella es constitucionalmente eterna, bienaventurada y consciente, debido a la peque­ñez de su existencia se olvida de su posición constitucional de servicio al Señor, así es atrapada por la ignorancia y bajo el hechizo de la nesciencia, la entidad viviente alega que el Señor es responsable por su existencia condi­cionada. Los Vediinta-sütras (2.1.34) también confirman esto: Vaiṣamya-nairghṛṇye na sāpekṣatvāt tathā hi darśayati: «El Señor ni odia ni quiere a nadie, aun cuando pareciera que asi lo hiciese».



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