| La verdadera forma de este árbol no se puede percibir en este mundo. Nadie puede comprender donde acaba, donde principia, o donde está su base. Pero con determinación uno debe derribar este árbol con el arma del desapego. Haciendo eso, uno debe buscar ese lugar del cual, habiendo ido una vez, jamás se regresa y allí rendirse a esa Suprema Personalidad de Dios, de quien todo comenzó y de quien todo se extiende desde tiempo inmemorial.
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